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Definimos traumatismo como una lesión de los tejidos por agentes mecánicos, generalmente externos; este tipo de lesiones son muy frecuentes en los animales de compañía y, por lo tanto, son una faceta sumamente importante de la práctica veterinaria.
Descubrir que las enfermedades traumáticas y sus efectos secundarios están aumentando, pese a que la morbilidad y la mortalidad de muchas enfermedades están disminuyendo, implica hacer un alto en el camino para analizar la situación, clasificar las etiologías traumáticas, prestar atención a los factores que las provocan y hallar los tratamientos más apropiados.
Es importante tener en cuenta que muchos traumatismos han aumentado en la misma medida que ha cambiado nuestra forma de vida.(más animales de compañía por familia, más coches en las calles y carreteras, más caprichos, más animales abandonados, etc) |
Algunos datos obtenidos de los dilatados estudios de Kolata y cols. indican que un 12% de las admisiones hospitalarias fueron provocadas por procesos traumáticos, siendo éstos mas frecuentes en perros que en gatos; además, la tasa de mortalidad en estos centros de urgencia fue de cerca del 9%, incluyendo la alternativa de la eutanasia elegida por el propietario.
Aunque el culpable de la mayoría de las muertes fue el traumatismo producido por automóvil, las lesiones por armas de fuego y las quemaduras fueron los daños que, con más posibilidad, podían conducir al animal al grupo de los gravemente heridos e incluso a la muerte.
Podemos diferenciar nueve tipos de agentes que ocasionan traumatismos en los animales de compañía:
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accidentes por vehículos de motor,
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caídas,
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heridas por armas de fuego,
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peleas de animales,
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lesiones por elementos punzantes,
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lesiones por aplastamiento,
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quemaduras,
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abusos por parte de los seres humanos, y
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otras causas desconocidas.
Encontramos también causas menos frecuentes como las quemaduras eléctricas, barotraumatismos debido a explosiones, ingesta de cuerpos extraños (longitudinales o no longitudinales), ahogamiento, hipotermia sistemática, congelación.
Podemos toparnos eventualmente con casos de picaduras de insectos venenosos o urticantes (orugas), reptiles y arácnidos.
Otra posible fuente de lesión es el traumatismo iatrógenico (causado por el médico en el intento de curar) , provocado por la instrumentación interna o por los aparatos de coaptación ortopédica externa mal utilizados.
Factores de riesgo
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El ser humano....
En ocasiones el animal tiene que ser atendido debido a traumatismos provocados intencionadamente por humanos; aunque este fenómeno (cruel y despiadado) es una entidad clínica bien conocida, resulta muy difícil encontrar estudios sobre su epidemiología pues se produce una mala información acerca del animal maltratado debido a que el propietario del paciente no siempre acude a una evaluación profesional y además, si lo hace, normalmente no declara la causa real. Determinados estudios mencionan que los niños que maltratan y torturan animales pueden tener un riesgo importante de agresividad en su vida futura.
El veterinario puede sospechar el maltrato al animal intuyendo posibles tendencias sociopáticas en la familia del paciente, advirtiendo la predisposición a sufrir ciertos tipos de lesiones (fracturas, heridas cefálicas y oculares, equimosis abdominales...), o reparando en la señal de peligro que supone una familia que cambia frecuentemente de animales jóvenes.
Conectado con el anterior factor de riesgo, debemos indicar que a menudo las lesiones se producen cuando el nivel de vigilancia del hombre es insuficiente. Del 70 al 80% de los animales estudiados habían sufrido heridas resultantes de accidentes de coches, peleas o factores desconocidos ¿dónde estaban sus propietarios en ese momento?
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La edad y el sexo
La edad y el sexo son también factores que deben tenerse en cuenta. La práctica nos permite deducir que los traumatismos son más frecuentes en los animales jóvenes y en los machos. La experiencia es un grado también como manual de supervivencia, los animales mayores parecen cometer menos equivocaciones que los cachorros; en lo que respecta al sexo, los machos son los que más callejean, defienden su territorio, pelean por las hembras, en definitiva, están más expuestos a sufrir este tipo de lesiones, en las hembras son más frecuentes las lesiones por quemaduras, aplastamientos o caídas.
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¿Perro o gato?
La diferencia entre las dos especies que estamos tratando también puede utilizarse como factor de riesgo; así los perros tienen más probabilidades que los gatos de ser golpeados por un vehículo, mientras que éstos últimos, debido a su tendencia al vagabundeo nocturno, suelen presentar mayor número de traumatismos por causa desconocida.
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Época del año
Durante la estación reproductora son mucho más frecuentes los atropellos en las carreteras y cercanías de las ciudades, estableciendo una clara diferencia entre machos y hembras y también entre zonas urbanas o zonas rurales.
Consideraciones generales sobre traumatismos
Decimos que los animales rápidos tienen más posibilidades de sufrir traumatismos que los animales más pesados, porque la energía cinética es igual al producto de la mitad de la masa por el cuadrado de la velocidad. Tras el impacto sobre la superficie corporal, la carga de energía cinética sobre órganos y tejidos produce estrés (fuerza interna que se produce en el interior de cierto plano de un objeto como respuesta a la aplicación externa de una carga) y tensión. El estrés resiste a las fuerzas que tienden a deformar un objeto, se mide como fuerza por unidad de superficie (kilogramos por centímetro cuadrado); se acumula el estrés en el interior del hueso para prevenir el colapso de la estructura, según continúa la carga la energía transferida se transforma en potencial, al mismo tiempo que se acumulan el estrés de compresión y torsión; al aumentar la carga se alcanza el límite elástico del hueso y aparece la deformación a la flexión y a la torsión, los objetos muy elásticos tienden a volver a su forma original, sin embargo, los objetos que poseen gran plasticidad suelen quedarse deformados. En el momento en que los límites de deformación a la compresión, torsión, deslizamiento, o tensión se superan aparece el fallo mecánico.
Al igual que la cantidad total de energía cinética liberada supone un factor importante en los traumatismos, también debemos tener en cuenta las siguientes variables: los límites elásticos, la resistencia a la tracción y al estallido, la masa del animal (la masa en reposo representa la tendencia a resistir la aceleración), el área superficial sobre la cual se distribuye la fuerza (la densidad de energía por área de superficie y por unidad de tiempo, tiene evidentes implicaciones clínicas), duración del impacto (en un impacto más largo los niveles de traumatismo pueden ser mayores), fuerzas de compresión transitorias y directas (pueden provocar en el animal contusión de órganos, estallido de la cápsula de órganos o estallido de los mismos) y, por último, compresión transitoria del aire en el interior de las vías respiratorias tras el impacto, dependiendo de si el animal prevé o no el impacto.
A diferencia de las preparaciones disecadas del esqueleto anatómico, el hueso cortical vivo es un material dinámico difásico con componentes inorgánicos y orgánicos. El hueso cortical tiene, además, una resistencia máxima con un peso y un volumen hístico mínimo proporcionado por el apoyo trabecular, así como por la estructura vascular y mineral de la cortical. Esta excepcional eficacia volumétrica mejora considerablemente porque el hueso puede ser producido, remodelado, engrosado y eliminado según las necesidades. En el momento del impacto, cuando un hueso es sobrecargado anormalmente, las fuerzas de compresión, deslizamiento y torsión pueden ser muy altas, entonces el hueso pasa por fases de deformación plástica y elástica; al sobrepasarse los límites de resistencia mecánica el punto anatómico en el cual las fuerzas de estrés y deformación se encuentran, pueden repercutir en la zona del hueso sobre la que se producirá la primera fractura. En el momento de la fractura la reconversión de la energía potencial a cinética puede ser de considerable trascendencia.
Los ligamentos y tendones son haces de colágenos organizados longitudinalmente que desempeñan la función de correas en un sistema mecánico inanimado. El efecto de las fuerzas laterales de deslizamiento puede ser especialmente perjudicial (sobre todo si se da en un ligamento colateral corto). Se da, además, una interdependencia complementaria y funcional entre los ligamentos cruzados craneales y caudales, porque se enroscan y desenroscan entre si según la articulación se flexiona o se extiende. Después de un traumatismo externo se produce fácilmente la rotura de ligamento cruzado craneal, e incluso puede producirse durante las actividades rutinarias en algunos pacientes.
Mientras que en los perros las lesiones más graves son las quemaduras y los accidentes por vehículo de motor, en los gatos las lesiones por aplastamiento, además de los accidentes por vehículo de motor, son las que causan la mortalidad máxima. |
Lesiones especificas:
En los animales que caen desde grandes alturas no son raros los traumatismos múltiples o la muerte, dada la relación entre masa y aceleración. Los animales de más tamaño absorben, por tanto, más energía que los pequeños. Como resultado de caídas las lesiones de tejidos blandos abarcan: laceraciones, neumotórax, luxaciones oculares, avulsiones, empalamientos, abrasiones, lesiones cerebrales, desgarros de las vísceras, desgarro de la pared corporal muscular, y rotura diafragmática. Tras la reanimación, el animal debe ser solícita y frecuentemente monitorizado para buscar las lesiones ocultas que pudiera haber sobre tejidos blandos u órganos vitales.
El contacto deslizante con el asfalto (lesiones por fricción- traumatismos frenérgicos) es algo muy común en perros y gatos; las avulsiones de tejido blando se extienden frecuentemente hacia los huesos de las extremidades, además se complica por la contaminación inicial y la necesidad de reconstruir los ligamentos.
Las heridas penetrantes son normalmente penetraciones de baja energía; sin embargo, el peligro principal reside en la incalculable diversidad de objetos que pueden penetrar en el interior del cuerpo del animal. La morbididad está influida por lesiones análogas, incluyendo el grado de contaminación, la localización y naturaleza de las infecciones y de los cuerpos extraños ocultos. Pueden resultar difíciles de diagnosticar las infecciones de tejidos blandos y de las cavidades corporales por estacas, o astillas, de madera.
En cuanto a las lesiones por armas de fuego, como era de esperar, son más frecuentes en animales rurales que en aquellos cuyo hábitat son las ciudades. Todas las heridas por armas de fuego deben ser consideradas, en principio, como graves debido a la inmensa energía cinética y a la penetración; sin embargo, la velocidad inicial del proyectil será el determinante principal de la energía cinética. Este tipo de lesiones varían dependiendo de diversos factores: modelo, distancia, tamaño y trayectoria del proyectil.
La levedad o gravedad de las lesiones producidas en las peleas de animales depende de las circunstancias que rodeen al suceso; así, cuando un animal pequeño es capturado y agitado en la boca de un animal mayor, la catastrófica lesión por aplastamiento y empalamiento es especialmente grave; las heridas más frecuentes son las mordeduras en cabeza, cuello y extremidades. El tratamiento de la mordedura debe incluir el desbridamiento mecánico e hidráulico (la flora bacteriana de una mordedura es importante), además, las reconstrucciones quirúrgicas son trascendentales en estos tipos de lesión.
Como ya se ha dicho, los accidentes por vehículo de motor son una causa mayor de morbididad y mortalidad en los animales que han padecido traumatismo en carretera. Un estudio revela que más de la mitad de los pacientes presentaron lesiones esqueléticas importantes que consistieron en fracturas y luxaciones; asimismo la pelvis fue la zona ósea que con más frecuencia se fracturó. A grandes rasgos, podemos afirmar que la causa más frecuente de mortalidad precoz tras traumatismos por vehículos de motor son los grandes traumatismos sobre órganos del tórax, abdomen y cabeza.
El tratamiento veterinario en los casos de traumatismos debe considerar rápida y lucidamente: el establecimiento de prioridades en el tratamiento de lesiones obvias, la reanimación de la hipoventilación e hipoperfusión, la cohibición de las hemorragias, la prevención de lesiones iatrógenas adicionales, la elección de anestesia (si fuera necesaria), y la preplanificación de los cuidados de enfermería postoperatorios.
El tratamiento quirúrgico preciso, un postoperatorio meticuloso, la detección de lesiones ocultas y la óptima comunicación con el propietario del animal, son elementos vitales para obtener el éxito en los distintos tratamientos.
Para terminar, sólo queda advertir que “más vale prevenir que curar”, por este motivo le animo a usted, veterinario, y a toda la medicina veterinaria organizada, a formar parte activa en las tareas de concienciación, a sus clientes y a la sociedad en general, para reducir la frecuencia de este tipo de lesiones.
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